Historia, presente y futuro

El estado de Chiapas, inmerso en la región del sureste de México, se encuentra ubicado en una zona que favorece la presencia de factores o fenómenos que pueden representar peligro, siendo potenciales desencadenantes de desastres. Hablamos tanto de fenómenos endógenos, propios de la dinámica interna del planeta, como terremotos o erupciones volcánicas, como de fenómenos exógenos, que se desarrollan por f erosión, sequía o ciclones tropicales.


El impacto socioeconómico y ambiental por éstos fenómenos afecta el desarrollo sustentable/sostenible de las poblaciones porque la acción de estas calamidades. El efecto catastrófico de estos desastres están materializados en Chiapas con la erupción del Volcán Chichón en 1982, el Sismo en 1995 en el poblado Nuevo México del municipio de Villaflores, los fuertes daños en 1998 en la Costa por las tormentas tropicales, en el 2003 por las lluvias e inundaciones y el desbordamiento del Sabinal, así como el hundimiento de viviendas en la comunidad de San Isidro Las Banderas, etc., las inundaciones en la Costa Sierra y Soconusco 2005 por Stan, y recientemente el Terremoto del 7 de septiembre del 2017, los cuales muestran cuán vulnerable es la mayoría de la sociedad chiapaneca por éstos fenómenos.

 

Existe, por tanto, suficiente preocupación en la sociedad actual porque se tiene la evidencia de que el potencial y severidad de los desastres naturales está aumentando considerablemente, porque se combinan con los factores antrópicos, es decir, los causados por el hombre al entorno, como la deforestación, las quemas, la erosión de los suelos, los efectos de deslaves, colapsos, deslizamientos, etc.

Así mismo por la acelerada migración rural a ciudades importantes de Chiapas, como Tuxtla Gutiérrez, capital, Tapachula, San Cristóbal, Comitán, aumenta por un lado el deterioro de las áreas circundantes a ellas, construyéndose viviendas precarias en sitios inadecuados como en laderas de fuertes pendientes susceptibles a los deslizamientos.

En este marco y contexto de la amenaza tanto de los desastres, la prevención, educación a la población, nuestras universidades desempeñan un papel importante porque, a través de la educación, investigación-acción técnica y científica, capacitación y desarrollo hay una posibilidad real para contribuir en la reducción de los desastres y de los tremendos impactos cíclicos que estos eventos catastróficos afectan el desarrollo de diversas regiones de nuestro Estado.

El papel de nuestras universidades en el tema de mitigación, prevención y reducción de vulnerabilidad, se encuentra asociado a las tareas sustantivas de las Instituciones de Educación Superior, pues desde el enfoque de la investigación, educación, divulgación, así como en la capacitación, se tiene una gran posibilidad de contribuir e intervenir en la reducción de riesgos desde la gestión, planificación y ordenamiento de cuencas, aspectos que deben de ser conducidos por recursos humanos locales bien capacitados, en los que las nuestras universidades pueden involucrarse activamente.

Los antecedentes del Centro de Monitoreo Volcanológico-Sismológico tienen sus raíces desde los esfuerzos pioneros que se constituyeron en los 90´s para iniciar con la Red sísmica de monitoreo del Volcán Tacaná.

En 1994, se iniciaron los esfuerzos para la instrumentación en el Volcán Tacaná, se construyeron tres estaciones sismológicas: Chiquihuites, La Patria, Pavencul, así como la estación central en Tapachula. Poco a poco se fue migrando a la adquisición digital, hecho que materializó con el Proyecto Conacyt del IGeof UNAM- CMVS-UNICACH.

Posteriormente las primeras gestiones para el monitoreo del Volcán Chichón, en el 2003-2004, para la vigilancia del Volcán Chichón, se gestionó al USGS, la donación de los primeros equipos para la vigilancia volcánica, consistente en una estación de banda ancha y un acelerógrafo y se construyó la primera estación sismológica. Así se inició desde el 2004, el estudio de la sismicidad del Volcán Chichón, con acciones coordinadas del CMVS -UNICACH-CENAPRED-Igeof-UNAM.

Conscientes de esta responsabilidad con la sociedad, en el 2004, el Gobierno del Estado de Chiapas, la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, el Centro Nacional de Prevención de Desastres, y Protección Civil, firmaron el convenio de colaboración para establecer el Centro de Monitoreo Volcánico y Sísmico en la UNICACH, acto atestiguado por el Ejecutivo del Estado en ese período. En estos esfuerzos también se sumaron hasta hoy en día, otras instituciones importantes como la UNAM y la Universidad de Colima.

Estas actividades permiten, en el ámbito universitario impulsar la investigación científica y técnica, la capacitación e impulso del servicio social de los universitarios, así como la movilidad académica y estudiantil en áreas de las Ciencias de la Tierra y Medio Ambiente, con el fin de fomentar proyectos y actividades dirigidas a la prevención, mitigación y reducción de los efectos de estos riesgos en Chiapas y en otras zonas del país.

Con estas acciones, nuestra Universidad, nuestro Instituto y este Centro de Monitoreo Vulcanológico - Sismológico, contribuyen fuertemente a la Reducción de Riesgos de Desastres (IRD) y a los Objetivos del Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU, al Plan Estatal de Desarrollo y Protección Civil.