Historia | 1982 | Atlas | Mapas | V. Chichón |
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El monitoreo volcánico es fundamental porque permite identificar cambios en el estado del volcán o en su actividad que pudieran estar asociados a una posible reactivación que pueda producir una nueva erupción. Por este motivo, es necesario que el monitoreo se lleve a cabo de manera permanente y no solamente cuando hay actividad, para poder identificar precursores y en su caso, poder tomar las medidas preventivas pertinentes. El Centro de Monitoreo Vulcanológico y Sismológico de Chiapas (CMVS) de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas es el encargado del monitoreo volcánico permanente de los volcanes Chichón y Tacaná.
Toda la información de los diferentes métodos de monitoreo volcánico, se recaba y analiza en el CMVS en colaboración con el CENAPRED, el Instituto de Geofísica de la UNAM y otras instituciones nacionales e internacionales con las que se coopera, para que en caso de que se identifiquen cambios en el volcán que pudieran indicar una nueva erupción, se avise a las autoridades correspondientes y a la población, para que en su caso, se puedan tomar a tiempo medidas de prevención y mitigación.
El monitoreo sísmico en la zona del volcán Chichón es fundamental porque movimientos del magma en el interior de la Tierra producen ondas sísmicas que pueden ser detectados por sismómetros en las cercanías del volcán. El análisis de estas ondas permite identificar si hay un aumento de la actividad sísmica (y por lo tanto de los movimientos internos del volcán), localizar los eventos sísmicos, inferir los procesos que estén ocurriendo y analizar sus tendencias. La red sísmica del volcán Chichón cuenta con tres estaciones de banda ancha, las cuales se encuentran en casetas ubicadas en Francisco León, cerca del Cráter y en Nicapa (Ver mapa). Adicionalmente, se cuenta con sensores de periodo corto que pueden ser instalados en ubicaciones temporales en caso de necesidad como en el caso de la actividad sísmica registrada en la zona entre diciembre de 2020 y enero de 2021; estas estaciones temporales permiten tener mayor cobertura y más precisión en los datos de monitoreo.
El monitoreo geoquímico es también fundamental porque en el caso de que hubiera movimiento de magma en el interior del volcán, se emitirían unos gases a través del sistema hidrotermal y cambiarían la composición química del agua del lago cratérico y de las fumarolas. Por este motivo, se hacen campañas periódicas para medir la temperatura y acidez (pH) del agua en sitios específicos y recolección de muestras para su posterior análisis en el laboratorio para identificar cambios en su composición química (ver imagen).
Adicionalmente, el monitoreo geodésico es también importante, porque permite identificar cambios en la topografía del volcán. Cuando el magma asciende, puede generar deformaciones en el edificio volcánico que en general no son perceptibles para las personas, pero que pueden medirse con diferentes técnicas geodésicas que permiten medir cambios del orden de centímetros. Para ello, se realizan campañas para medir la distancia entre algunos puntos bien definidos del edificio volcánico y del cráter, así como mediciones de GNSS (GPS) de alta precisión para ver si hay cambios que pudieran indicar movimientos de magma (ver imagen).